LECTURA

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miércoles, 1 de mayo de 2013

Los hornos de Hitles (8,9,10 y 11)



CAPITULO Vlll
Soy condenada a muerte.
Pasaban los días y lo único que hacían era asistir a las ya mencionadas anteriormente “formaciones”.
Olga pesco un resfriado al inicio del verano y junto con su amiga Magda decidieron abrigarse bien sin que Hasse (de la S.S) se percatara de ello (reitero que los enfermos eran mandados a las cámaras de gas para morir ahí).
Sin embargo se percató de las modificaciones en su traje de carceleras y decidió golpearlas bruscamente porque según ella eso era un gran pecado y las domino para las selecciones para así ser condenadas a muerte.
Comenzó la selección y como Hasse quería fueron llamadas junto con otras tantas de la misma barraca.
La llevaron a un lugar donde esperarían a los camiones que se las llevarían y desde donde ellas se encontraban podían percibir el olor dulzón de la llamada “panadería” que era donde quemaban a la gente muerta.
Mientras esperaban Olga le insistió a Magda que huyeran mientras las demás estaban un poco distraídas, pero ella se negó ya que pensaba que habían sido seleccionadas para ser llevadas a un lugar mejor o por lo menos con algunos privilegios; llego el camión y Olga intento alejarse poco a poco del grupo, de pronto encontró un palo tirado el cual significaba poder en Auschwitz y decidió cogerlo y huir, Magda la siguió pero después se perdió y ya no se supo algo de ella, Olga llego a una cocina y decidió ayudar naturalmente para no verse  sospechosa para así poder llegar a las barracas, donde después de un rato llego a la suya e intercambio ropa con una convicto y se escondió.
Olga trato de que las chicas de la barraca no se dieran cuenta que era ella, pero la Stubendients que era como la chacha de Irka le pidió sus botas o la delataría, por lo cual Olga se las tuvo que dar sin protestar ya que gracias a eso su vida sería salvada por un tiempo.




CAPITULO lX
La enfermaría.
En el campo no había hospitales o una simple enfermería, por lo tanto no contaban con servicios médicos y mucho menos con medicamentos; que eran muy necesarios para muchas de las convicto.
Un día les informaron que ya contarían con una enfermeria y así Olga formo parte del personal de las enfermeras.
La enfermería fue colocada en la barraca numero 15 (la cual estaba en muy malas condiciones pero algo es algo) y ahí mismo se encontraba la farmacia, pero poco después se instaló un hospital.
Solo contaban con 5 enfermeras las cuales se despertaban a las 4 de la mañana porque sus consultas empezaban a las 5 am; su trabajo era muy pesado y no dormían mucho, para aguantar se mojaban la cara para despertar y al final del día ellas se sentían orgullosas de su trabajo.
Se les entro un “departamento” que no era más que un estrecho cuarto donde apenas cabían 2 camas, sin embargo ese espacio era solo para ellas lo cual estuvo de lujo.
Las mujeres que se quedaban en el hospital eran más propensas a ser seleccionada y no solo llevarlas a la cámara de gas si no también podían inyectarles fenol en el corazón, muchas no lo creían y pensaban que si eran seleccionadas las llevarían a un mejor lugar para poderse curar y unas otras mejor se iban a dormir a sus barracas para no correr peligro.
Trasladaban a las mujeres que tenían enfermedades contagiosas ya que sí las hospitalizaban podían ser seleccionada o bien las enfermeras y otros pacientes corrían el peligro de contagiarse.
Al final esos casos terminaban en muerte ya que no las alimentaban y las aislaban; los camiones de la cruz roja que había ahí eran los que trasladaban a los casos contagiosos y las llevaban a las cámaras de gas.
En el hospital se veían muchos casos pero hubo uno que conmovió a Olga, el de una chica griega que habían mandado al hospital, sin embargo se comportaba como si fuese muda por lo cual no sabían porque estaba ahí y la mantuvieron en observación por lo cual se percataron de que estaba enferma mentalmente y después la encontraron muerta.

CAPITULO X
Un nuevo motivo para vivir.
Al hospital a veces llegaban hombre ya que ellos luego no encontraban su enfermería abierta y como en el hospital donde trabajaba Olga no se les negaba atenderlos ellos decidían ir allí; llego un hombre el cual Olga lo nombro “L”, el cual era un señor muy amigable que les traía noticias militares a las enfermeras.
Olga ya no le encontraba sentido el seguir viva por lo que se veía muy deprimida, un día L hablo con ella para alentarla a seguir adelante diciéndole que era muy buena en su trabajo y ayudaba a muchas personas, ella se puso a sus órdenes y L le pidió dos grandes favores, el primero fue que divulgara las noticias que L le traía y que desde ese momento escribiera todo lo que pasaba para así dejar pruebas de lo sucedido (toda la tortura que les hacían pasar) y así Olga formo parte de la resistencia.
Comenzaron a haber gigantescos crematorios donde cabían alrededor de 360 cadáveres por lo cual quemaba aproximadamente 720 cadáveres por hora, imagínense tremenda masacre para sacar a tantos muertos, también había fosas en las cuales se desasían de 8,000 mil cadáveres diariamente (estas cifras quedaron registradas y afirmadas por varios prisioneros).
En 1994 en los meses de mayo, junio y julio Olga obtuvo la información de que en esos meses mataron aproximadamente a 1.314,000 personas en Auschwitz-Birkenau.
Olga veía continuamente como llegaban los trenes con vagones de ganado que contenían más víctimas de maltrato y crueldad, veía como eran engañados así como lo fue ella al manda a sus hijos a la fila de la izquierda  y recordaba como ella se sentía la primera vez que se bajó del vagón, Olga ya se sabía las jugadas de los alemanes por ejemplo cuando alguien no se quería separar de alguno de sus familiares los pasaban a los dos a la fila de la izquierda la cual los conducía directamente a la muerte o cuando metían a los enfermos a los camines era para llevarlos directamente a los crematorios.
Para engañar a los condenados y llevarlos a la cámara de gas los llevaban a un pasillo con el pretexto de que era un baño, por lo cual hacían que dejaran sus pertenecías y se quitaran la ropa y los conducían al cuarto donde se llevaría acabo su muerte. Utilizaban Cyclone-B (base de hidrato de cianuro.
A los deportados a los que se les perdonaba la muerte se les asignaban los trabajos sucios como sacar los restos de personas de los crematorios o cortarles el pelo, solo les perdonaban la muerte para que hicieran su trabajo.
Saqueaban los cadáveres, les quitaban dentadura, anillos o fierros que tenían, también ocupaban la grasa humana para hacer jabones y las cenizas de los crematorios como abono.
CAPITULO Xl
Canadá.
En el campo había un edificio llamado “Canadá” en el cual se encontraban todas las pertenecía que se les quitaban a los deportados al llegar a los campos, había un riqueza considerable ya que muchos de los deportados se llevaban toda o sus mejores pertenencia desde tabaco hasta máquinas de coser.
Tenía personal trabajando ahí en busca de riquezas escondidas entre la suela de los zapatos de chamarra de cuero, el trabajar ahí tenía una gran ventaja que era el poder roban algunas pertenecías, claro que con mucha sutileza ya que los alemanes inspeccionaban Canadá de manera muy continua.
El mercado negro estaba muy presente puesto que en el campo había muchas carencias; una libra de margarina tenía el costo de 250 marcos de oro, un kilo de carne equivalía a 1,000 marcos, etc…
Regularmente los que tenían esas cantidades eran los que trabajaban en Canadá ya que con lo que robaban podían intercambiarlo por dinero con algunas personas de fuera o por otro utensilio valioso con las mimas personas del campo, también los trabajadores de la cocina podían hacer este tipo de trueque, casi siempre intercambiaban comida por ropa.
También estaba el llamado “Campo checo” donde solo se daba ropa, su mecanismo consistía en que tu arrojabas la comida hacia su lugar y ellos te aventaban la ropa; un tiempo los checos fueron privilegiados ya que tenía más ropa y no los trataban tan mal puesto que a los hombres los exentaban de trabajos forzados, dejaban juntas a las familia y les proporcionaba objetos útiles, sin embargo esto solo duro seis meses.
Comenzaron a exterminar a los checos y Olga menciona un pequeña historia de romance; un checo que estaba enamorado de una de las chicas de campo al saber que sería exterminado decidió despedirse de ella diciéndole que cuando viera funcionar la chimenea de “la panadería” ese sería un saludo, la chica se desmayó, él tenía un diamante y decidió hacer un soborno para que lo dejaran entrar al campo de la chica para pasar un rato a su lado antes de morir.
Llego la hora y los camiones llegaron para llevarse al resto de los checos y así este joven se fue directo a su muerte.                                                                                                                                                                                                                                                                                   

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