LECTURA

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miércoles, 24 de abril de 2013

Los hornos de Hitler (4, 5, 6 y 7)

CAPITULO lV
Las primeras impresiones.
La primer comida de Olga y de las demás mujeres que se encontraban en las barraca fue en la mañana, les dieron un líquido insípido y negruzco que según era café (la bebida).
Al medio día les daban sopa, la cual estaba insípida y ni sopa parecía; algunas veces ella corrían con suerte ya que a veces les daban un líquido llamado “sopa sorpresa” la cual era llamada así por que en ella podías encontrar cualquier cosa, desde algo inútil o asqueroso como pelo o hilacha hasta algo útil hasta cierto punto como lo eran botones, llaves o puntas.
El llamado café y sopa eran transportados en enorme calderas que tenían un mal aspecto.
A las mujeres les entregaron unas tarjetas en las cuales indicaban que tenían un buen estado de salud, esto era para identificar quienes podían tener trabajos forzosos o eran de utilidad para ciertas tareas.
A ella solo las dejaban ir al baño dos veces, lo cual no es suficiente y menos si alguna de ellas se enfermaba del estómago; por las noches no las dejaban salir de la barraca ya que los generales o guardias de este campo tenían la orden de dispararle a todo lo que se moviera fuera de su lugar aun sin saber el por qué había salido, ya después de haber disparado si querían preguntaban o bien no le daban importancia.
La jefa de la barraca donde se encontraba Olga se llamaba Irka, ella ya tenía 4 años en ese lugar lo cual le dio esperanzas a Olga de que tal vez podría vivir un poco más, como ella ya tenía tiempo ahí ya sabía un poco del sistema de los de S.S y al platicar con Olga le comento que cuando recién llegaban los nuevos y los separaban en filas a los de la fila izquierda los llevaban directamente a los crematorios, sin saberlo Olga había llevado a sus hijos y madre directamente a la muerte.
Como se tenía que ser muy discretos en el campo a los crematorios los llamaban la panadería.
Entonces Olga decidió ir a donde registraban a los que se llebaban a los crematorios para así decirles que su hijo tenía 12 años y que no lo debían matar.


CAPITULO V
La llamada a lista y las selecciones.
En el campo habían las llamadas selecciones periódicas, La primera eran al amanecer en la cual sacaban a todas a firmarse en el intenso frio sin alguna cobija o harapo que las protegiera.
El frio era tan intenso que a muchas mujeres les daba pulmonía o simplemente enfermaban.
Todos tenían que estar presente, claro que las comandantes estaban abrigadas; no importaba si estaban enfermo o débil ahí tenías que estar parada aguantando el frio, hasta a los muertos los tenían tirados pero presentes, y si alguien no aguantaba el estar parado lo aventaba junto a los cadáveres, imagínense lo per turbante y asqueroso que pudieron haber pasado aquellas personas al estar con los cadáveres.
La segunda era alrededor de las 3 de la tarde, justo cual el sol era más ardiente.
De igual manera las tenían ahí formadas quemándose y atareándose con tremendo calor que quemaba y agobiaba, deporsi casi no tomaban agua y el estar ahí algunas se deshidrataban o caían tendidas en el piso ya qu7e eran horas enteras las que pasaban mientras ellas soportaban tremenda tortura.
En las selecciones, como se indica seleccionaba a mujeres para ser asesinadas o algún trabajo especial como cuando las mandaban a la fábrica de industria de guerra.
En el campo también había mujeres muy jóvenes, tan jóvenes que prácticamente eran niñas (tenían 13 o 14 años), cuando las castigaban les ponían piedras en la cabeza o las hacían llevar pesados ladrillos.
Los que iniciaban las elecciones eran Hesse e Irma, Grase o el doctor Mengarle, Klein y otros jefes nazis.
Olga hablaba de que estas personas eran muy bien parecidas y a pesar de su frivolidad eran muy apuestos.
También hacían los llamados “ZAHLAPPELS” que de igual manera era un selección de mujeres pero dentro de las barracas, la cual hacia el doctor jefe de la S.S.


CAPITULO Vl
El campamento.
Habla de que las barracas habían sido construidas principalmente para ganado; la barraca numero 1 era el depósito de comida, la numero 2 se destinaba a la administración, también se encontraba la casa de Lageraelteste que era la soberana sin corona del campo la cual estaba a cargo de 30,000 mujeres en el campo.
La corte de Lageraelteste estaba formada por “La gerkapo, Rappotschreiber y la Arbeitdients.
En la barraca había policías que cuidaban que las prisioneras no se acercaran tanto a los alambrados y también tenían bomberas, basureras y recoge cadáveres; el personal de cocina estaba constituido por alrededor de 400 mujeres, ellas gozaban de el privilegio de cocinar su propia comida, obviamente mejor ella con un más sabor.
Ellas se quedaban con las patatas y la margarina no solo para comer sino también como una moneda de cambio.
Su trabajo si era pesado ya que era difícil y agotados cocinar para tantas mujeres, además de que ellas tenían que descargan las tremendas cargas de alimento para poder cocinar lo cual era muy desgastante.
Muchas veces en los lavabos que era donde tenía su higiene personal no había agua y aunque hubiera era muy difícil satisfacer todas sus necesidades.
El agua estaba sucia sin embargo eso no las detuvo para beber unas cuantas gotas ya que la sed que tenían era muy grande y Olga menciona que sabía mejor que la que estaban en los charcos cuando llovía.
Los baños eran llamados evacuatorios, ya se imaginaran porque, estos tenían que ser limpiados a diario y al querer entrar a ellos tenías que dar de empujones  y esperar tu turno.





CAPITULO Vll
Una proposición en Auschwitz
Un día mientras Olga estaba en su barraca, escucho una vos que decia: Animo! ¿Qué te pasa?, aquella voz provenía de un hombre polaco de cabello obsucuro, tés clara y ojos azules, el cual llevaba ahí 4 años.
En la plática él le comento que era carpintero y que trabajaba limpiando los evacuatorios, desde ese día el iba todos los día a reparar las camas y así se hicieron amigos.
Un día ella lo acompaño al almuerzo, (su nombre era Tadek) y en la fogata puso a cocer dos patatas y una se la dio a ella, esa fue una gran sorpresa y otra más grande fue que él le regalo un chal, la tomo de la cintura y comenzó a acariciarle el pecho, ella con lágrimas se quedó en silencio y él le murmuro que no llorara, en pocas palabras él le dio a entender era que podía hablar pero tal vez no compartir comida ya que lo poco que tenía lo usaba para conseguir mujeres y después se fue.
En otro lado del campo avía un nuevo envió de deportados, los cuales eran sometidos a su primera elección y las chimeneas de la “panadería” ose a de los hornos humeaban mucho.
Vio a un viejo el cual tenía dos patatas en su café y aunque el viejo estaba viruliento y prácticamente deforme compartió su patata con Olga pero una mejer se la arrebato, (entiendo que era como su pareja o algo así).
Comenzó a trabajar en la enfermería y tubo que gastar su ración de pan en una medicina cara y difícil de conseguir que fuera para combatir la sífilis.
                                                                                                                                                  


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