LECTURA

LECTURA

miércoles, 29 de mayo de 2013

Los hornos de Hitler (capitulos finales)



CAPITULO XXlV
“El carro de la muerte”
Olga nunca perdió la esperanza de volverse a encontrar con su marido (el doctor Lengyel) y pudo dar con su paradero gracias a que por parte de la resistencia se le dio la noticia de que trabajaba en el campo de Buna en un hospital; logro enviarle una nota diciéndole que iría en su búsqueda la cual si fue contestada por el mismo, él le decía que no se arriesgara ya que sería muy peligroso y si aún lo intentaría que tuviera muchísimas precauciones.
La única manera de llegar a donde estaba su marido era viajar en “el carro de la muerte”, en este carro se trasladaban a los  que según los alemanes tenías trastornos mentales (estaban locos), ella se hizo pasar por uno de ellos ya que ir como enfermera sería demasiado riesgoso, fue un viaje muy distinto a los demás ya que estos enfermos se peleaban y gritaba y después comenzaban a hacer cariños.
El carro había un musulmán que se masturbaba, unas locas lesbianas y un loco matemático que decía que la guerra era una simple ecuación.
Olga pudo reunirse con su marido en la sala de operaciones, él había cambiado mucho físicamente y Olga al verlo se quedó sin palabras.
Su esposo le dio ánimos de seguir ya que Olga sabía que tenía que sobrevivir para dar testimonio de tal crueldad que los hacían pasar día con día.
Olga regreso y poco después un francés le dio la noticia de que el campo de Bina había sido evacuado y los hicieron dar una larga caminata y como el doctor Lengyel se detuvo a ayudar a un chico que se había desmayado los alemanes los atacaron y mataron.
CAPITULO XXV
En el umbral de lo desconocido.
En 1945 los alemanes les pidieron a las enfermeras que les dirán todos los documentos y registros de pacientes; al poco tiempo todos esos documentos estaban amontonados frente a las oficinas y les prendieron fuego, solo se desasieron de las evidencias del hospital.
Se les indico que se evacuaría el campo y que agarraran sus cosas de valor.
Como ya se había mencionado los internados no tenían mucha ropa por lo cual se armó una gran controversia y pelea más que nada por el calzado.
Hubo una selección principalmente de enfermeras, me imagino que querían exterminarlas ya que eran las que tenían mayor testimonio pues la crueldad que se veía en el hospital era superior a la que se veía en las barracas.
Olga solo veía que había montones de papeles quemándose, efectivamente los alemanes no dejarían rastro alguno de registro y evidencias.
Comenzaron a salir a la media noche donde más de 30 guardias las examinaban para hacer otra selección, a los viejos o con poco rendimiento los devolvían al campo.
Hicieron grandes filas y comenzaron a caminar; sus liberadores estaban cerca pero los alemanes querían huir.
CAPITULO XXVl
La libertad
Las filas eran vigiladas por soldados y perros entrenados por lo cual nadie podía fugarse de ahí, los únicos que se quedaban eran los que caían muertos.
Muchos tenían la esperanza de que los rusos estaban muy cerca de ahí.
Los guardias de la S.S los tenían muy bien vigilados y cada vez los hacían caminar más rápido por lo cual el número de gente muerta aumentaba cada vez más.
La doctora Rozsa amiga y compañera  de Olga ya mencionada anteriormente se fue quedando en el camino y aunque Olga intentó animarla a seguir ella no pudo y a los pocos pasos un alemán al verla parada sin fuerzas le dio un balazo para así matarla.
Olga planeaba escaparse junto con sus dos amigas Magda y Lujza; lograron escaparse y llegaron a una iglesia la cual les indicaron una casa la se podía convertir en su escondite, no fue así y solo pudieron estar ahí una noche.
Casi las descubren pero gracias a un ataque ruso     Olga y sus amigas lograron escapar y ocultarse en una casa.
Tiempo después las mujeres de la aldea donde se refugiaba se levantaron y las ataron para así tenerlas en un carro.
Olga aprovecho que todos estaban borrachos y pudo escapar.
Los rusos atacaron  los alemanes y Olga fue espectadora de este espectáculo el cual gozo ya que por fin era libre.
CAPITULO XXVll
Todavía tengo fe.
Olga dice que el libro fue un homenaje hacia todas esas grandes personas que conoció y desafortunadamente murieron (fueron asesinadas).
También quiere hacer reflexión para que todo lo ya explicado y leído en el libro no vuelva a suceder y tampoco algo similar o con mucha crueldad.
Los alemanes para exterminar a los niños, o como dice Olga a los inocentes de Birkenau lo bañaron con agua fría y pasaron revista dejándolos varias horas bajo la nueve y con intenso frío, obviamente fueron pocos los que sobrevivieron.
Entre ellos estaba Thomas (uno de los hijos de Olga), aunque tenía fiebre sobrevivió y a los sobrevivientes los llebaron a  los establos que eran muy frios sin embargo en el camino el murió.
Olga escribe varias reflexiones y comenta que aunque no conoció a fondo a la gente del campo, para ella esas personas eran algo especial para ella.
“Ella aún tiene fe en la humanidad”
OPINION.
De este libro comprendi la magnitud y gravedad de este olocausto, al principio solo sabia que Hitler mataba judios, pero hoy en dia ya se que no solo era a ellos sino a cristianos, intelectuales, homosexuales etc.
Al leer las paginas de este libro me percate de que la crueldad que yo conocia para nada puede ser comparada con la de las paginas que escribio Olga, de solo leer cada palabra me imaginaba el inmenzo dolor que todas estas personas sufrieron.
Es un muy buen libro que en la historia de una mujer puedes saber todo a detalle sobre este olocausto causado por la obsecion de una raza perfecta.
Sabia que el humano es cruel y desde mi punto de vista de el peor ser vivo, ya que solo destruye y juzga, pero hitler era peor que esto.



miércoles, 22 de mayo de 2013

Los hornos de Hitler (20,21,22 y 23)



CAPITULO XX
La resistencia.
 Olga menciona los “periódicos hablados” que solo era divulgar las noticias que algunos internados sabían.
L con ayuda de algunos miembros de Canadá pudo hacer una radio, la cual enterraban y por las noches sacaban para poder escuchar las buenas noticias del mundo y levantar la esperanza de los infelices internados.
Un día llegaron al campo dos paquetes de explosivos para hacer estalla los crematorios, sin embargo uno de estos llego a manos de los alemanes por lo cual se volvieron totalmente desconfiados, tanto que cada que veían algo sospechoso entraban a las barracas a destrozar todo en busca de evidencias y si encontraban a un sospechoso lo colgaban en la orca.
Olga por un tiempo fue repartidora de cartas, por lo tanto también entregaba paquetes secretos, una vez estuvieron a punto de descubrirla pero no fue así.
Ella sabía que estaba propensa a ser condenada a muerte pero eso era lo de menos si moría por lo menos sabía que moriría luchando.
Un día se escucho una gran explosión, definitivamente fue una bomba que estallo en los crematorios.
Quien organizo la explosión fue un judío francés llamado David, el cual como ya estaba condenado a muerte decidió aprovechar su poca vida y consiguió los explosivos y con ayuda de gasolina pudo acabar con solo un crematorio.
Aprovecho el escandalo junto con los demás de su grupo y cortaron el alambrado para así escapar, no todos lo lograron pero otro tanto sí.
A los que atraparon les soltaban escopetazos en la nuca, pero antes les daban unos buenos latigazos para que surtieran un poco antes de morir. Entonces las selecciones se hicieron más crueles desde aquel día.
CAPITULO XXl
“¡Paris ha sido liberado!”
Una tarde un francés llego a la enfermería con una cara extraña como de placer; a Olga le toco atenderlo y ella pendo que él estaba loco o algo parecido. De repente él le susurro a Olga la oído que Francia había sido liberada, Olga no lo podía creer y la esperanza y felicidad resalto en ella, al poco tiempo se empezó a propagar la noticia y la esperanza en el campo y las fantasías en la mente de las prisioneras comenzó, ella se imaginaban su rescate.
De nuevo los alemanes hicieron de las suyas y engañaron a varios internados ya que se les dijo que para navidad las personas que tuvieran parientes en Estados Unidos serian llevadas haya, por lo tanto les pidieron nombres, direcciones, etc.; todo parecía muy real ya que si se los llevaron en el tren y hasta les proporcionaron zapatos y abrigos pero poco después se descubrió la verdad, se los habían llevado a otro campo a exterminar y así los abrigos y zapatos fueron devueltos.
CAPITULO XXll
Experimentos científicos.
Olga cuenta que los medico alemanes  tenían en sus manos a muchos internados con los cuales podían hacer experimentos; a ellos los llamaban conejillos de indias.
La mayoría de los experimentos eran inútiles como ver cuando duraba la vida de un hombre que solo se abastecía de agua salada o agua helada, al final de cuentas los que eran sometidos a esos experimentos morían y si llegaban a sobrevivir eran llevados a las cámaras de gas.
En si lo que querían saber de esos experimentos era saber la resistencia humana antes de morir.
La compañía de BAYER también participo en estos experimentos obvios claro con medicamentos.
Un experimento cruel fue que hacían injerto de huesos o músculos, lo cruel era la operación ya que las ataban a una mesa y no les daban anestesia.
Otros experimentos era la inseminación artificial en las mujeres, o la inyección de hormonas sexuales y también la esterilización o castraciones.
A las mujeres también les llegaron a inyectar diversos líquidos en los genitales y los pechos.
CAPITULO XXlll
Amor a la sombra de un crematorio.
En el campo también ejercía el amor, no solo entre internados sino también entre las Blocovas y los oficiales nazis.
Para las internadas o por lo menos para la mayoría la única maneras de comes un poco de patatas era atrayendo a un hombre ya que estos les compartían de su comida a cambio de un favor sexual, las blocobas también tenían sus queberes con algunos internados, esto en alguna parte que ellas tenían en las barracas.
También los jefes del campo o jefas tenían sus aventuras con algunos internados como era el caso de Irma la cual era bisexual y llego a tener aventuras  homosexuales, esto se lo conto a Olga una internada que era muy apegada a ella, ya que Irma le ordenaba que le llevara algunas presas a su cuarto y así tenían relaciones.
Como sabemos todos tenemos necesidades sexuales, aun en estar en esas malas condiciones no era impedimento para que ellos tuvieran esas necesidades, aparte se podría decir que ya existía la prostitución ya que como ya he mencionado algunas internadas hacían favores sexuales a cambio de algo.







miércoles, 15 de mayo de 2013

Los hornos de Hitler (16,17,18 y 19)



CAPITULO XVl
Algunos detalles de la vida detrás de las alambradas.
Como ya se había mencionada el alambrado del campo estaba electrificado por lo tanto todo contacto con ello era mortal, además estaban en cuidado de los guardias para no poder tener comunicación entre dichas rejas.
Poco a poco la seguridad de las rejas disminuyo y el contacto entre rejas comenzó, y así muchas parejas comenzaron a hacer planes para sus futuros.
De vez en cuando aparecía un guardia desalmado que esperaba a que las parejas entre rejas se junten para darles un buen susto tirando disparos.
Un día a la enfermería llego una chica con una herida de bala en el ojo por que se había relacionado un con un francés (que pertenecía a la resistencia) del cual se había enamorado y se comunicaba a través del alambrado, por lo tanto uno de los guardias decidió darles un susto y la bala callo en su ojo derecho.
Muchos decidían quitarse la vida lanzándose a las alambradas, y los recoge cadáveres tenían que quitar los horrendos cuerpos de ahí. Gran valor el que tenían al quitarse la vida por percepción propia.
Olga menciona que algunos de los prisioneros y prisioneras eran marcados con un tatuaje, muchos pensaban que los tatuaban para identificar a quienes mandarían a la cámara de gas.
Olga también menciona que a veces tatuaban a todos los que llegaban al campo y después por un lapso de algunos meses lo dejaban de hacer.
En las prisioneras tatuadas eran las blocovas, empleadas de categoría inferior y las que trabajaban en el hospital y se les daban unas tarjetas que contenían datos personales y donde se registraba su muerte (podría decirse que tenían trato especial).
Los tatuajes eran indelebles y cada que un tatuado moría su número quedaba disponible para otro prisionero ya que los alemanes nunca pasaban de numero 200,000.
Olga era la numero 25,403.
 Olga menciona que también los marcaban con triángulos de colores y algunos signos por ejemplo el triángulo rosa indicaba a los homosexuales, también dice que la mayoría de la población del campo era gente cristiana, aproximadamente un 80%, ya que los judíos eran mandados directamente a los crematorios y cámaras de gas. Cuando fui al museo de memoria y tolerancia me tocó ver los uniformes marcados, y si definitivamente eran con triángulos de diversos colores en el brazo.
CAPITULO XVll
Los métodos y su insensatez.
En el campo comenzaron a haber tareas insignificantes y absurdas tanto así que Olga las llego a llamar tareas “estúpidas”.
El único fin de estas tareas era acabar con su resistencia física y moral para así poderlos hacer candidatos para las selecciones.
Una de esas tareas era arrastrar rocas de un lado a otro de una en una, barro o ladrillos y después volverlo a llevar a su lugar de origen.
También otra tarea agotadora era limpiar los evacuatorios, que consistía en sacar los desecho en calderas las cuales cargaban por varios metros y así durante todo el día, al final se limpiaban lo más que podían pero aun así el olor era muy malo.
Si alguien ya no aguantaba  el agotamiento y caí desfallecido se le daba una un palo para que “reviviera” y si no era así este era pateado.
Olga estuvo en constantes cambios de campo por lo tanto se dedicaba a diversas tareas, casi siempre de enfermería, pero también en lavar los evacuatorios, las faenas en el campo, entre otros.
El único sueño que tenían las internadas era huir, sin embargo esto era casi imposible ya que estaba la alambrada, los guardias, los perros y si alguien intentaba escaparse sonaba una alarma que alertaba a todos. Solo unos 3 o 4 pudieron escaparse.
Si la alarma sonaba los reflectores se prendían y examinaban el área junto con los policías y sus perros.
Quienes se hacían de joyas y dinero trataban de escapar comprando trajes de los alemanes y hacerse pasar por ellos, así fue como le hicieron una pareja de enamorados y si funciono, pero solo estuvieron fuera dos semanas, poco después los descubrió un oficial alemán que los vio en el pueblo donde ellos estaban escondidos.
Los devolvió al campo para castigarlos pero ellos no se dejaron y se revelaron devolviéndole los golpes a los alemanes, esto los enfureció y a la chica la dejaron con un hijo aplastado y la mandaron a la cámara de gas.
Un día Tadek (el polaco ya mencionado anteriormente) b llego al hospital diciéndole a Olga que tenía planeado escaparse.
Olga después escucho hablar a sus de que Tadek y su hermano si lograron escaparse pero que dos kilometro antes de llegar a las líneas rusas Tadek al no tomar agua se impulsó a una fuente a tomar pero el ya sabía que su destino era morir y así fue y su hermano logro quedarse salvo.
CAPITULO XVlll
Nuestras vidas privadas.
Olga por 6 meses vivió con 5 compañeras, la doctora “G”, un chica yugoeslava, la doctora Rozsa (una pediatra),”S” (así la menciona Olga en el libro, ella era una cirujana) y una dentista; poco a poco se fueron incluyendo más mujeres hasta que llegaron a ser 12.
A pesar de que estaban en contante contacto con enfermos ninguna de ella tuvo una infección grabe, sin embargo Olga era muy sensible a la sarna, ella menciona que le dio esta enfermedad 7 veces.
Ella utilizaban el pingajo que no era masque una media o sombrero en forma de maleta que usaban como bolsa, maletín etc.
A Olga le llegaban paquetes de la resistencia y como ella y sus compañeras se compartían todo ella estaban un poco molestas ya que Olga no les podía decir con certeza de que eran dichos paquetes.
El santo o cumpleaños (como gusten llamarle) de Olga llego y sus compañeras le hicieron un regalo a pesar de la falta de confianza que se tenían, L le dio un cepillo para los dientes el cual estaba usado y también le regalaron una manzana verde, este articulo y la manzana eran muy valiosos ya que pocos contaban con ellos.
CAPITULO XlX
La bestias de Auschwitz
Olga se refiera a Joseph Kramer como “bestia de Auschwitz”, menciona que se parecían un poco a Buda.
Olga lo vio unas cuantas veces y por el motivo que ella lo llama bestia era porque extermino a miles de hombre y mujeres en el campo checo.
Un día sacaron a todos de las barracas y una orquesta salió a tocar agradables melodías y varios aviones comenzaron a bolas por encima de ellos, todos estaban muy confundidos hasta que Olga se percató de que los estaban filmando, ella se refiere a esto como un documental, en el cual querían plasmar que la vida ahí era bueno, todo era un total engaño para poderlo exhibir en el mundo.
El doctor Kramer les dio la tarea de arrebatarle las blusas a todas la pacientes, esta era su única ropa la cual ya estaba más que gastada.
El doctor Mengerle (ex amante de Irma) participaba en las selecciones y les gustaba que las seleccionadas parearan desnudas frente al para así decidir a quienes llevaría a la cámara de gas y a quienes no.
Otra vestía era Irma la cual fue llamada “el ángel rubio” a pesar de su gran belleza seguían siendo una escalofriante mujer y el único que tenía un poco de compasión por los demás era el doctor Klein.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Los hornos de Hitler (12,13,14 y 15)



CAPITULO Xll
El deposito de cadáveres.
A pesar de que Olga trabajaba en el hospital, le toco limpiar los cadáveres que quedaban en el hospital y los tenía que ir a botar junto con los demás cadáveres; gracias a la escasez de agua no les quedaba para lavarse las manos después de tan desagradable labor, imagínense cuantas bacteria y suciedad les quedaba en las manos.
Esta tarea la hacían entre dos personas las cuales cargaban los cadáveres hasta el depósito que se encontraba a media hora del hospital, lo cual era demasiado agotador ya que como casi no les daban de comer y beber ellas estaban muy débiles.
Los alemanes llamaban a los cadáveres “Scheis-Stuike”.
Un tiempo a Olga le ayudo una muchacha que creía que su madre está a salvo de los alemanes porque estaba escondida en las montañas, sin embargo un día que fueron al depósito ella vio el cadáver de su madre.
Olga menciona en su libro que aproximadamente los internados perdían el 50% o 60% de su peso y llegaban a pesar unos 30 kilos (yo peso más que eso y estoy súper delgada) y el 90% de las mujeres padecían de secamiento de los ovarios.
Olga sospechaba que los alemanes diluían sustancias químicas en su comida para retrasas sus reacciones sexuales y como ya había mencionado las de la cocina y otra privilegiadas no comían de ese alimento por lo tanto no tenían trastornos menstruales.
Un tiempo se le asigno la tarea de limpiar la estación del ferrocarril, juntaban la basura o transportaban el equipaje o cosas de valor como juguetes, maletas, camisas etc., a Canadá; veces encontraban galletas o carne la cual ya está podrida por lo cual si olor era muy desagradable.
Olga veía bajar a las personas de los vagones y recordaba cuando ella llego; decidió murmurarles a algunas de las que llegaban que dijeran que sus hijos tenían 12 años o más y que no dijeran que se encontraban enfermas, ella menciona que estas personas la veían con desagrado lo cual era normal ya que Olga se encontraba sucia y en harapos.
Un día bajaron del ferrocarril unos norteamericanos y a Olga le toco separar su equipaje, donde venían camisetas deportivas y muchos disco musicales; pusieron uno y escucharon la canción de “noche de paz” hasta que un alemán llego y pateo el tocadiscos y la música no se volvió a oír, fue un buen momento ya que al oír la música se olvidaron por un momento de todo lo que habían pasado.
CAPITULO Xlll
El “Ángel de la muerte” contra el “Gran seleccionador”.
Olga ya una vez estuvo al borde de la muerte y ahora igual se salvo de morir ya que el doctor Fritz Klein (era un médico) tenía un puesto justamente para Olga.
Olga vuelve a comentar las “selecciones”, dice que en ese tiempo las selecciones duraban desde el amanecer hasta que terminaba la tarde  y quienes escogían a sus víctimas eran Irma y Hasse (las dos muy impecables y bien parecidas), Irma siempre asistía muy bien peinada y sus principales víctimas eran las mujeres que aun conservaban un poco de su belleza, a Irma le encantaba pegar con su enorme látigo y le gustaba ver sufrir a las internadas.
En 1944, 315 mujeres que fueron seleccionadas, las encerraron durante 3 días sin comida y agua, por lo cual algunas de las que se encontraban adentro ya habían muerto o estaban excesivamente débiles; como Olga acompañaba al doctor Klein pudo suplicarle que dejara ir a algunas de aquellas mujeres ya que no0 todas estaban enfermas y suplica tras suplica Olga logro convencer al doctor Klein y este decidió liberar a algunas (31), por fin un alemán tenía un acto humano o bien de bondad.
Mientras Olga era castigada por Irma, una tarde del domingo El doctor Klein fue a buscarla para entregarle una caja de medicinas que le había prometido, para agarrarla Olga interrumpió su castigo  lo cual enfado mucho a Irma, sin embargo El doctor Klein respondió por ella y una riña entre el e Irma comenzó.
Olga acompaño al doctor Klein por lo tanto desobedeció a Irma lo cual la enfureció aún más y como ella era sumamente vengativa y rencorosa busco la manera de cobrar venganza.
Cuando Olga se separó del doctor Klein, Irma la bombardeo de preguntas y le prohibió dirigirle y obedecer órdenes de Klein y enseguida saco una escopeta con la cual le comenzó a Golpear la cabeza a Olga hasta dejarla inconsciente.
Ella despertó y escucho la alarma de la selección y no le quedo de otra más que correr hacia ellas para no ser castigada.


CAPITULO XlV
“Organización”
Un día Olga escucho salir de la boca de un viejo convicto el término “organizar”; por algunos días se pegunto a que se refería aquel viejo hasta que por fin comprendió que organizar era sinónimo de robar.
En septiembre de ese año L (ya mencionado anteriormente) pudo “organizar” cinco cucharas para las enfermeras por lo cual le toco una a Olga, ella estaba muy contenta ya que por mucho tiempo tubo que comer con los dedos o de plano tenía que lamer el plato como si fuera un animal, sin embargo tiempo después estas cucharas desaparecieron.
Una de las guardias que cuidaba que ningún convicto se acercara a la cerca estaba pidiendo un pedazo d pan por unas telas, a Olga le hacía falta un chal y decidió intentar hacer trato con ella.
Ella junto con su amiga fueron a buscarla a su barraca para hacer el trato pero no la encontraron, lo que si encontraron fue a la chacha de la blocova que estaba preparando plazki, como ellas no habían comido el olor de los plazki las seducía y quien los estaba sirviendo le dijo a Olga y a su amiga que necesitaba unas aspirinas ya que su oído le dolía y no quería esperar en la fila de la enfermería para ser atendida, ella querían aceptar la propuesta de que si le daban las aspirinas ella les daría unos plazki pero su conciencia no las dejaba.
Terminaron por acceder ya que el hambre las mataba además sería lo mismo solo que le ahorrarían tiempo a esta chica y ellas se ganarían sus plazki.
Estando en Birkenau-Auschwitz a veces ya no importaba la moral o los valores, lo único que importaba era sobrevivir, cueste lo que cueste.
Por este motivo el mercado negro es el campo era muy abundante y cualquiera con la oportunidad lo aprovechaba para su propio beneficio si es que no tenían algún privilegio.
Si yo estuviera en la misma situación que Olga accedería, lo único que queria era sobrevivir y aprovechar los recursos que tendría a mi alcance.
CAPITULO XV
Nacimientos malditos.
En el campo a veces llegaban al hospital mujeres embarazadas, el estar embarazada era un gran riesgo ya que si los dos Vivian (tanto él bebe como la madre) eran llevados a las cámaras de gas para morir, y si el bebe no tenía probabilidades de una vida larga o bien nacía muerto la madre podía regresar a la barraca.
Olga y las demás enfermeras después de tanto pensar y razonar llegaron al acuerdo de que por lo menos tenían que salvar a las madres por lo cual cuidadosamente para no hacer sospecha tuvieron que matar a los recién nacidos metiéndoles sustancias mortales y haciéndolos pasar como que nacieron muertos para así poder salvar a las madres.
 Cuando del ferrocarril llegaba una mujer embarazada era llevada a la fila de la izquierda para ser encaminadas a la cámara de gas.
A pesar de ellos aún había casos de mujeres embarazadas y los alemanes accedieron a engañarlas diciéndoles que les darían doble ración de pan y dormirían en una barraca exclusiva lo cual era solo una falacia ya que lo único que querían era identificar a las embarazadas.
El doctor Mengerle les hacía preguntas no discretas a algunas para saber todos sus secretos y mandarlas como candidatas a las selecciones.
El estar embarazada en el campo implicaba morir o tener que matar a tu bebe para seguir en el campo.
A Olga le remordía la conciencia el hecho de que ella mato algunos bebes sin embargo fue para una buena causa además imagínese pobres bebes tendrían una vida de tormentos o bien no sobrevivirían ya que la comida y agua que les daban era muy poca.